Es difícil hablar de los vinos y del trabajo de Giusseppe Quintarelli sin ser superlativo. Durante más de sesenta años al frente de la bodega familiar Quintarelli, Giusseppe consiguió convertir sus once hectáreas de escasa producción en las colinas veronesas en algo legendario. Hoy en día le suceden, con la misma dedicación y cariño, su mujer Franca, su hija Fiorenza y su nuero Giampaolo. Quintarelli ha adquirido esa extraña condición de trascendencia que muy pocos vinos en el mundo consiguen. En el caso de Quintarelli, se debe no sólo a un terruño excepcional sino a una tradición, a un entorno familiar, a una manera de hacer las cosas y sobre todo, a la persistencia detrás de todo ello.
La Azienda Agricola Quintarelli está situada en Negrar, en el Véneto, en el corazón de la denominación de Valpolicella Classico que se extiende desde los suburbios del norte de Verona hasta las faldas de las Dolomitas. Es una región contradictoria ya que en los años cincuenta, antes de que Giuseppe asumiera la dirección de Quintarelli, Valpolicella era más bien conocida por los tintos frescos y ligeros que se producían en grandes cantidades y que aunque agradables, nunca llegaban a ser memorables. Fue entonces cuando Quintarelli y otros productores también hoy legendarios, como Dal Forno y Zenato, decidieron demostrar que eran capaces de producir vinos más sustanciales como el Amarone.
El vino más emblemático de Quintarelli es el Amarone Classico, un vino elaborado a partir del apassimento o pasificación parcial de las uvas locales (corvina, rondinella y corvinone), durante varios meses. Esto concentra los sabores y los azúcares elevando la graduación alcohólica pero simultáneamente aportando complejidad e intensidad al vino. Las uvas normalmente se tienden en estanterías de bambú en habitaciones amplias y bien aireadas para prevenir la aparición de hongos no deseados. Durante los meses de pasificación las uvas pierden hasta un 40% de su volumen. Los vinos, que siempre fermentan en depósitos de acero inoxidable, finalmente se trasiegan a grandes fudres de roble esloveno donde comienzan una larga crianza y continúan la fermentación alcohólica hasta convertirse en vinos secos.
