Cume do Avia es un proyecto que surge hace 13 años cuando Diego, Álvaro, Fito y Anxo deciden dejar sus respectivas profesiones para volver a Eiras do Mouros, el pueblo natal de sus abuelos, a recuperar los viñedos que allí hubo en su día. Aunque en su familia siempre ha habido una tradición vitivinícola, esta se fue perdiendo a medida que sus padres se fueron mudando a distintas ciudades. No es muy común que alguien llegue a una región prácticamente con lo puesto y levante, desde cero, un proyecto tan interesante.
Pues Diego, Álvaro, Fito y Anxo, con una determinación asombrosa lo han conseguido: consiguieron el dinero, limpiaron el monte, roturaron y plantaron las 14 variedades con las que hoy trabajan. En 2013 produjeron su primer vino. Lo que es muy prometedor es que disponen de un amplio abanico de posibilidades para la experimentación. En sus 9 hectáreas han plantado 14 variedades autóctonas en cantidades significativas y por ello producen tanto mezclas como monovarietales. Debe de ser la única bodega de Ribeiro que ofrece una selección tan diversa de vinos. Tanto en blancos como en tintos. Como ellos mismos expresan empezaron con el lienzo en blanco lo que les permitió tener más opciones.
En la zona de Eiras dos Mouros a diferencia de gran parte del Ribeiro no predominan los suelos de granito descompuesto o sábrego como es localmente conocido. En esta región predominan los suelos de origen granodioritico que aunque originan de la misma formación que el granito contienen mucho más cuarzo. También se encuentran suelos de origen metamórfico con formaciones de pizarra, gneis y cuarzita. Todos los viñedos están situados entre 290 y 350 metros de altitud. Todo el viñedo se trabaja en ecológico, esta certificado, y su intención es convertirlo íntegramente a biodinamico.
En cuanto a la elaboración todo se lleva a cabo con levaduras autóctonas. Los blancos fermentan y pasan la crianza en inox, salvo algunos que pasan por una breve crianza mientras que los tintos fermentan en cubas de castaño y pasan la crianza, que oscila entre los 6 y 8 meses, en barricas de roble y de castaño. Las dosis de sulforoso son mínimas y solo se añaden en el embotellado.
