Un viñedo histórico de zinfandel entre manantiales

Un viñedo histórico de zinfandel entre manantiales

Lytton Springs ha vivido varias vidas desde mediados del siglo XIX, cuando el terreno fue adquirido por el capitán William H. Litton, cuyo nombre forma parte de la historia de Sonoma, donde llegó a ser uno de los grandes propietarios de tierras. Allí, junto a otros socios, construyó un lujoso resort para los viajeros que acudían a “tomar las aguas” de sus manantiales naturales (de ahí el Springs). Fue su último gran negocio, después de hacerse a la mar con 12 años, alcanzar el rango de capitán con 18, llevar provisiones a Irlanda durante la “hambruna de la patata” y de ganar y perder varias fortunas. 

A finales del siglo XIX se plantó por primera vez uva en la propiedad. Su historia y la de Ridge comienzan a confluir en 1972, cuando Paul Draper, el director de la bodega, conoce este viñedo, compra uvas y produce el primer Lytton Springs de ese año. En 1991, Ridge adquiere la bodega y las viñas antiguas que la rodeaban, mayoritariamente de zinfandel, intercaladas con petite sirah, cariñena, una pequeña cantidad de mataro (mourvèdre) y garnacha. 

Su situación en la costa norte de Sonoma, en Dry Creek Valley, un valle de unos 25 kilómetros de largo y 3 kilómetros de ancho, con pedregosas pendientes de arcilla y guijarros con un buen drenaje natural, hacen de este paraje el ideal para el cultivo de la zinfandel, una variedad que se asocia con la italiana primitivo de gioia. Las crianzas se realizan en roble americano, con un pequeño porcentaje de roble nuevo, durante aproximadamente 12 meses. 

Ridge es una de las bodegas más antiguas y prestigiosas de California. Su germen es Monte Bello Winery, creada en 1885 por un médico italiano, Osea Perrone, que se hizo con 75 hectáreas de terreno cerca del risco -en inglés ridge— y comercializó su primer vino en 1892. A raíz de la “Ley Seca” de 1919 la bodega quedó abandonada y en 1940 fue adquirida y ampliada por el teólogo William Short. Su actividad se paraliza durante la Segunda Guerra Mundial hasta que en 1959 la compran tres ingenieros electrónicos del Stanford Research Institute. La bodega reabre en 1962 y en 1964 aparece su primer vino.

El momento clave en la historia de Ridge se produce en 1969, cuando se incorpora a la bodega Paul Draper, un graduado en filosofía que había tenido su primer contacto con el mundo del vino en Chile. Profundo conocedor de los vinos y de los métodos tradicionales, reforzó la apuesta de la bodega de intervenir lo menos posible en la elaboración, reduciendo la producción de sus viñas y dejando que cada vino sea el reflejo del suelo de donde procede. En 1986 el empresario japonés Akihiko Otsuka, dedicado al sector farmacéutico y a la comercialización de vinos en Japón, se convierte en el nuevo propietario, aunque la dirección continúa en las manos de Paul Draper, que mantiene la filosofía del proyecto. 

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