La historia de la finca Cortezada se remonta a finales del siglo XIX o principios del XX. De hecho, su construcción en bancales, que posiblemente duró varias décadas, quedó documentada a finales de los años ’20 del siglo pasado por la fotógrafa norteamericana Ruth Mathilda Anderson en un trabajo para la Hispanic Society de Nueva York. La guerra civil y la emigración sumieron este viñedo en un estado de abandono hasta que Fernando González se fijó en él a finales de los 90, casi de casualidad, mientras buscaba un rincón para pescar en el río Edo, en el corazón de la Ribeira Sacra.
Fernando es el propietario de Adega Algueira, que adquirió su primera viña, Carballo Cobo, en 1979. Desde entonces, cautivado por el abrupto paisaje de las riberas del Sil, ha ido recuperando parcelas hasta contar con cerca de 20 hectáreas en la zona de Amandi, en Lugo, y en Aveleda, en la provincia de Orense, que es precisamente donde se encuentra Cortezada. Tras la compra de este espectacular viñedo, en aquel momento invadido por la vegetación, llegó el proceso de restauración de las gradas: pasaron cerca de 15 años hasta la primera añada de este blanco.
Elaborado con las variedades godello, albariño y treixadura procedentes de un viñedo plantado sobre suelos de cuarzo y gneis, Finca Cortezada fermenta y reposa en depósito y después realiza una crianza de 14 meses en barricas neutras de roble francés. El esfuerzo de recuperación de esta impresionante parcela puede tener, además, una ventaja, como destaca Fernando González: viñedos como éste, con diversas orientaciones y zonas de sombra pueden verse menos perjudicados por la crisis climática.
Algueira y su familia llevan años trabajando en la recuperación del patrimonio varietal de la zona de Ribeira Sacra. Variedades que hace varias décadas eran desechadas por su elevada acidez o escaso color, como la merenzao o la brancellao, cuentan ahora con su propia etiqueta en este proyecto. La bodega elabora 11 vinos, 4 de ellos blancos, procedentes de parcelas con distintas altitudes y orientaciones. Aunque quizá la más deslumbrante de todas, por su pendiente y sus dimensiones, sea la finca Cortezada.