Beaujolais es uno de los viñedos más fascinantes de Francia. Sus onduladas colinas cubiertas de viñas y sus pequeños pueblos lo hacen un destino único dentro de las regiones de Francia. La región cuenta con una gran extensión de vid (19,000 ha) y especialmente con una importante superficie de viñedo viejo en vaso. Gran parte de la denominación solo permite la etiqueta de Beaujolais genérico, pero al norte se encuentran diez comunas subdivididas bajo la designación de Cru, la categoría más alta de la clasificación territorial de Beaujolais. Estas diez sub-zonas (Morgon, Saint-Amour, Fleurie, Moulin-à-Vent, Brouilly, Chiroubles, Juliénas, Chénas, Régnié y Côte de Brouilly) son el claro ejemplo de que Beaujolais es capaz de producir vinos tanto accesibles como substanciales.
Aunque ya hay una generación de consumidores más veteranos, que recuerdan con cierta resignación cuando los vinos de Beaujolais eran baratos, los vinos siguen siendo una ganga. Muchos de los viñedos se trabajan sin tratamientos fitosanitarios, son viñas viejas conducidas en vaso sobre pendientes en las que el trabajo solo se puede realizar con pico o rotovator. Como describía un periodista, en sitios como Vosne-Romanee, donde el margen por botella permite un trabajo manual y mucho más detallado, el uso de herbicidas es una indulgencia. En Beaujolais, sobre todo en los viñedos en pendiente y en vaso, el uso de herbicidas es mucho más comprensible. Aun así, prácticamente todos los elaboradores con los que nosotros trabajamos cultivan sus viñedos de forma orgánica.
Es difícil pensar en ninguna otra región vitivinícola de Francia donde el consumidor se pueda permitir comprar tanto los vinos de entrada como las botellas más exclusivas y limitadas a precios así de competitivos. Una situación que para el consumidor representa la oportunidad de obtener una calidad y un estilo de vino consistentes, respaldado por una tradición histórica y a un precio razonable.
Las elaboraciones y crianzas varían según el viticultor, elaboradores más tradicionales como Chamonard o Lapierre prefieren fermentar con racimo entero resultando en maceraciones semi carbónicas o completamente cárbonicas. Otros llegados de Borgoña como Thibault Liger-Belair o Lafarge-Vial prefieren despalillar parcialmente y realizar crianzas tanto en fudres de gran capacidad como en barricas de 225. Para ellos algo de tipicidad se pierde en ese proceso. Algunos como Jules Desjourneys, han prescindido por completo de la madera y solo utilizan cristal, cemento e inoxidable. Aun considerando que son dos cosas diferentes sí que es cierto que aquellos que busquen un tinto ligero y accesible de Francia, encontrarán, salvo algunas excepciones, mucho más que recordar por lo mismo o algo menos de precio en una botella de Cru Beaujolais que en una botella de Borgoña genérico.
Finalmente, uno de los factores más importantes en el resurgir de los vinos de Beaujolais son los propios elaboradores. Desde veteranos como Domaine Joseph Chammonard o Marcel Lapierre, que ahora está en manos de los hijos Mathieu y Camille, y que siguen manteniendo el espíritu poco intervencionista de su padre, hasta legendarios productores de Borgoña atraídos por los bajos precios del suelo como Jules Desjourneys, Michel Lafarge o Thibault Liger-Belair, quien ante la estupefacción de sus paisanos empezó a comprar viñedo hace ya más de una década. Todos comparten la misma pasión por la región. Mientras que las formas de elaborar varían tanto entre locales como recién llegados, los diferentes estilos demuestran la capacidad de la gamay de producir vinos que consiguen ese difícil equilibrio de ser amable y fascinante a la vez.
La versatilidad de la gamay combinada con los precios asequibles, la historia de la región y la experiencia de sus elaboradores convierten a Beaujolais en un caso único en el panorama vitivinícola de Francia, y por qué no, también del mundo.
Beaujolais
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