Os presentamos tres vinos elaborados en bodegas familiares, las cuales, han construido una gran reputación gracias a la influencia que han tenido en el desarrollo de sus regiones vitivinícolas, donde ,en un primer momento, fueron pioneros y, hoy en día, son referentes. Los nombres Graillot, Quintarelli y Algueira, son nombres propios que están ligados a calidad y singularidad.
Veneto Bianco Secco, Quintarelli Giuseppe
Es difícil hablar de los vinos y del trabajo de Giusseppe Quintarelli sin ser superlativo. Durante más de sesenta años al frente de la bodega familiar Quintarelli, Giusseppe consiguió convertir sus once hectáreas de escasa producción en las colinas veronesas en algo legendario. Hoy en día le suceden, con la misma dedicación y cariño, su mujer Franca, su hija Fiorenza y su nuero Giampaolo. Quintarelli ha adquirido esa extraña condición de trascendencia que muy pocos vinos en el mundo consiguen.
En concreto, Quintarelli Bianco Secco es fruto de una mezcla de chardonnay, trebbiano, sauvignon blanc y garganega que provienen de viñas de una media de edad de 30 años plantadas en suelos ricos en minerales. Se trata de cepas cultivadas aplicando prácticas orgánicas y ecológicas. Cuando la uva alcanza su momento óptimo de maduración se vendimia de forma manual y se prensan inmediatamente cuando entran en bodega. Después, el mosto fermenta y se cría en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada aplicando batonnage de manera frecuente (una técnica enológica que consiste en mantener las lías finas del propio vino en suspensión dentro de la barrica. Se realiza con un bastón; de ahí el nombre de bastoneo, o batonnage en francés) durante 12 meses.
Fleurie, Domaine de Fa
La familia Graillot, más conocida por sus vinos de Crozes-Hermitage, siempre ha sentido una gran afinidad por los vinos de Beaujolais. Con Domaine de Fa Antoine y Maxime Graillot cumplieron el sueño de poder elaborar vinos en la idílica región. La pasión por la gamay les llevó hasta un viñedo de 5 hectáreas en el extremo norte, cerca del Cru Saint-Amour en un paraje conocido como Côte de Basset y a otra parcela de Fleurie que se encuentra en el paraje Roche Guillon, plantada en vaso sobre suelos de granito descompuesto y a 350 metros de altura, lo que la convierte en una de las más altas de Beaujolais.
Los Graillot a diferencia de algunos borgoñones vinifícan de manera semi-carbónica (como tradicionalmente se suele hacer en Beaujolais) con raspón entero y levaduras autóctonas. Además, a este fleurie se le aplica una crianza en fudre de Stockinger de 20 hectolitros con tres usos durante 12 meses. Con sus vinos consiguen obtener esa sutil intensidad que solo consiguen los mejores elaboradores de los viñedos más celebrados.
Mencía, Algueira
Fernando González adquirió su primera viña, Carballo Cobo, en 1979, a partir de entonces cautivado por el dramático paisaje de la Ribeira Sacra empezó a recuperar viñedos en la zona de Doade. Desde entonces no solo ha ido recuperando socalcos y parcelas sino también ha ido creando viñedos únicos a partir de variedades marginadas que se fue encontrando dispersas en muchos de los viñedos que fue reconstruyendo. Así Fernando se convierte en uno de los principales responsables de haber recuperado, con mucha paciencia, esmero y cariño, el patrimonio varietal de la región.
Algueira Mencia es un vino de comarca que proviene de diversos viñedos de mencía plantados sobre suelos de pizarra dispersos por toda la denominación. El vino se elabora con uva despalillada y fermentada después de una corta maceración en frio, después envejece en depósito durante 12 meses.