Recientemente, una parte del equipo de Alma estuvimos en el Loira, visitando a 8 de los elaboradores con los que allí trabajamos. Nuestra visita se centró en las bodegas situadas en la zona más al oeste, en Touraine, Anjou, Saumur y Montlouis. En este artículo, podréis encontrar la experiencia que vivimos en las 4 primeras bodegas que visitamos: Domaine de la Pepière, Domaine des Baumard, Clos de l´Ecotard y Domaine Guiberteau.
Domaine de la Pepiére
Nuestra primera visita, recién salidos del avión, fue Domaine de la Pepière. Domaine de la Pepière está a apenas 20 minutos en coche al sur del aeropuerto en la localidad de Maisdon-sur-Sèvre. Allí Gwénaëlle Croix y Rémi Branger trabajan más de 42 ha de las cuales 39 son de muscadet mientras que las 3 restantes están dedicadas a las variedades tintas: cabernet franc, côt (o malbec) y un poco de merlot. Sus viñedos, que transcurren la mayoría a lo largo del rio Meine, están plantados sobre suelos que van variando entre granitos, gneiss y suelos granodioríoticos. La gran mayoría del viñedo supera los 30 años. Los viñedos están certificados en agricultura biológica desde 2011 y desde 2015 en biodinámica por Biodyvin. En bodega todas las fermentaciones son espontáneas y no hay madera. Las crianzas tanto como las fermentaciones se llevan a cabo en fibra, cemento y unos curiosos depósitos de cemento laminados con baldosas, que solo habíamos encontrado en Italia. Los vinos de parcela permanecen en dichos depósitos hasta 24 meses.
Tuvimos la oportunidad de probar un Château Thebaud del 2012 y un Clisson del 2007, ambos mostraron una frescura sorprendente y son ejemplos de que la muscadet puede evolucionar fantásticamente bien. Al finalizar la cata seguimos nuestro camino hacía Domaine de Baumard.
Domaine de Baumard
Situado en Rochefort-sur-Loire, un pequeño pueblo en el banco sur Loira en los suburbios de Angers, está Domaine des Baumard. Al llegar ahí nos recibe Florent, propietario y elaborador de esta histórica bodega. Inmediatamente subimos al viñedo de Saint-Catherine, ubicado en una colina orientada al noroeste, justo encima del pueblo. Desde la elevada colina, Florent nos enseña Savennières, donde nos va ubicando sus parcelas: Clos Papillon y Clos Saint Yves. Nos explica que Savennières cuenta con tan solo 150 ha, con el fin de contextualizar su diminuto tamaño inmediatamente nos menciona que Sancerre tiene 3000 y Chablis 6000 ha. Ambas parcelas están orientadas al sur sobre suelos de pizarra y gneiss. Para Florent, ésta pequeña denominación es el origen, junto a Brezé, de los mejores chenins secos del mundo. Son vinos voluminosos, pero con acideces extremas que les proporcionan equilibrios únicos en el mundo del vino. Este viñedo está conducido en alto, porque al tratarse de una zona fría con mayor superficie foliar, permite que haya una fotosíntesis más intensiva, que obtiene como resultado resultando madureces más optimas. En el viñedo quedan aun racimos afectados por botrytis sin vendimiar. Para conseguir la botrytis deseada, la noble, es necesario que los días alternen entre las neblinas que se acumulan por las mañanas en torno al río y las tardes soleadas. La humedad de la neblina permite que el hongo penetre la uva mientras que sol le para los pies. La sucesión entre ambas condiciones consigue que haya un equilibrio idóneo entre acidez y concentración de azucares. Por falta de tiempo no pudimos visitar sus viñedos de Quarts de Chaume, donde la orografía crea un microclima que posibilita la elaboración de en un verdadero Grand Cru de los vinos dulces.
Finalmente, descendimos a la bodega donde comenzamos la cata. Tuvimos la oportunidad de probar diferentes añadas de Clos de Papillon y Saint-Yves. Todos los blancos se elaboran en depósito, llegamos a probar un 2014 y un 2004 de Clos-Saint Yves, ambos vinos en plena forma, particularmente el 2004. Concluimos la cata con 3 añadas de Quarts de Chaume 2007, 2008 y 2014. Florent, siempre tan generoso con sus palabras, concluyo la cata explicándonos que él siempre añade un poco de vino seco de cada una de sus correspondientes viñas a sus dulces, ya que considera que la botrytis puede en muchos casos eclipsar el origen.
Clos de l’Ecotard
Nuestro segundo día empezó en Saumur con Clos de l’Ecotard. Esta joven bodega, en la que Michel, el padre, y tambien en su día el abuelo de Thibaud, ya embotellaban sus vinos, ahora es propiedad de Thibaud, que durante más de una década fue director técnico de Domaine des Roches Neuves. En 2008 decide plantar en Courchamps, al sur de la denominación de Saumur, en las inmediaciones de la bodega familiar 2 ha de chenin, dicho viñedo está plantado a una densidad de 8000 cepas por ha. También cuentan con una parcela de 0.70 ha de chenin de alrededor de 50 años en el otro extremo del pueblo de Courchamps, plantada sobre suelos arcillo arenosos. Aquella mañana nos recibió Thibaud en la bodega, y andamos unos 300 m hasta el viñedo de Clos de l’Ecotard. Nos comenta que han incluido entre sus propiedades 4.20 ha de otro pueblo, donde hay plantadas alrededor de 1 ha de cabernet franc, grolleau y gamay mientras que resto es todo chenin con un poco de sauvignon blanc. A partir de esas parcelas elaborarán un tinto, un espumoso adicional y apenas 300 l de gamay. En el viñedo desde donde nos iba señalando todas las nuevas adiciones, se podían observar los afloramientos calcáreos a pie de las viñas. El viñedo se trabaja a caballo y siguiendo principios de la biodinámica.
Volvimos a la bodega y descendimos a unas cavas troglodita cavadas en la propia tufa, que según nos dijo Thibaud tienen más de 400 años. Allí, bajo la escasa iluminación de una bombilla desnuda que cuelga del techo, comenzamos la cata. Thibaud nos muestra diversas añadas desde 2017 hasta 2020, de todas ellas la más cálida es 2018 mientras 2019 ha sido para ellos una de las más complicadas en cuanto a heladas. En la elaboración, todos los vinos siguen el mismo método, se prensan, se desfanga y se meten en barricas de diversos volúmenes, edades y tostados para comenzar la fermentación en el exterior. Una vez arranca, se trasiegan y desfangan de nuevo y ya entran en la bodega donde permanecen hasta finales de Julio.
Antes de terminar, Thibaud nos explica cómo siempre busca la heterogeneidad en sus elaboraciones, tanto en las barricas y y el volumen como en el tostado y la edad de las mismas. Después de terminar la cata, nos enseñó el resto de esta preciosa bodega y con aún bastante tiempo para terminar la jornada, nos encaminamos a Guiberteau.
Domaine Guiberteau
Llegamos a Guiberteau sobre las 11, pero están en plena vendimia asi que nos recibe un atareado Romain Guiberteau, que muy a su pesar, nos dice que no nos podrá acompañar él personalmente dadas las circunstancias. Tras nuestro breve encuentro, se monta en su furgoneta y vuelve al viñedo. En su lugar, Blandine, que trabaja en la bodega, lleva a cabo la cata con gran entusiasmo y capacidad. Domaine Guiberteau está situado a 12 km al sur de Saumur en el pueblo de Saint-Just-sur-Dive. Actualmente cuentan con 8,5 hectáreas de chenin y 6 de cabernet franc distribuidas entre las localidades de Mon- treuil-Bellay (2,2 hectáreas sobre arcillas profundas), Brézé (7 hectáreas sobre suelos de arcilla y caliza) y Bizay (5,3 hectáreas sobre suelos arcillo-calcáreos). Los viñedos tienen entre 4 y 80 años. Entre los vinos que más nos sorprendieron, personalmente destaco un Brezé del 2018, este vino proviene de varias parcelas que en total suman 1.6 ha plantadas en 1933 y 1952 sobre suelos arcillo calcáreos poco profundos con una superficie arcillo arenosa. El vino fermenta de forma espontánea en barricas de las cuales 1/3 son nuevas. El vino permanece en las mismas durante 18 meses. Indiscutiblemente uno de los grandes Saumur Blanc. Después de la cata, continuamos nuestro increíble viaje a pie de viña y nos encaminamos hacía Saumur para comer algo rápido y seguir visitando bodegas que os presentaremos en una segunda parte de nuestro viaje por el Loira.